lunes, 10 de agosto de 2009

Mas tarde no abrá ajustes (2) El llamado de Dios.



Si usted tiene valor suficiente para enfrentar esta situación, hará un esfuerzo para hacer algo para su bienestar espiritual. Para ayudarle en su búsqueda para la salvación, le señalamos cinco pasos importantes:

PRIMERO.- Usted tiene que estar enteramente convencido por sí mismo que es un pecador y que es completamente incapaz de hacer algo para merecer su propia salvación. “Por cuanto todos pecaron, están destituidos de la gloria de Dios” (Rom. 3:23).

SEGUNDO.- Arrepiéntase, y vuelva a Dios el corazón contrito y humillado por todos sus pecados. “Si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Luc. 13:3).

TERCERO.- Confiese a Dios que usted es un pecador necesitado de salvación y pídale a El que le reciba y que escriba su nombre en el libro de la vida por amor a Jesucristo, Su palabra dice: “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. (1 Juan 1:9). “El que a mi viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).

CUARTO.- Crea que Jesucristo murió en su lugar para que usted pueda tener vida eterna. Ahora, si su arrepentimiento y sumisión son completos, no vacile en recibirle como su Señor y Salvador con fe verdadera y darle las gracias por la salvación. En el acto, el Espíritu de Cristo dará testimonio de que usted ha renacido. Usted ha respondido a sus condiciones y es tan seguro como el pueblo de Israel cuando el ángel de la muerte vio la sangre y pasó sobre ellos (Éxodo 12). Pero recuerde, que una simple aceptación mental de las verdades aquí presentadas no sustituirá una sumisión genuina de corazón, pues sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el se acerca a Dios, crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Lea Heb. 11, todo el capítulo.

QUINTO.- Despliegue su bandera. Confiese su fe. Usted ahora es cristiano por la gracia de Dios. Dígalo a los demás. Y es seguro que usted sufrirá persecución, pero Dios lo recompensará dándole la paz y gozo que sobrepasa todo entendimiento (Fil. 4:7). El señor pondrá el gozo de ganar a otros para Él, si usted es fiel en su testimonio. Jesús dijo “A cualquiera, pues, que me confesare delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 10:32). De manera que su responsabilidad hoy es confesar y creer como se expresa en Romanos 10: 9-10. “Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación”. ¡Oh amigo! Hemos hecho todo lo posible en este corto artículo para ayudarle, pero no hay duda de que Dios le ayudará si usted consigue una Biblia y escudriña las escrituras con diligencia, porque en ellas encontrará instrucciones divinas para el camino de la vida eterna. ¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?

Neil D. Cameron

lunes, 3 de agosto de 2009

MÁS TARDE NO HABRÁ AJUSTES. ¿Y SI MURIERA HOY? (1)



El leñador se paró al lado de un árbol grande y alto que acababa de cortar, contemplando su trabajo con pesadumbre. El no había hecho ningún esfuerzo por investigar la naturaleza del terreno escondido debajo de los matorrales, y ahora encontraba para su consternación, que el árbol cayó en una angosta y rocosa hondonada que hizo imposible su rescate.

Mientras el árbol estaba en pie, el lañador podía decidir en qué dirección derribarlo; pero una vez cortado de su tronco, hacer un cambio en su posición estaría más allá de su capacidad hacerlo, por mucho que lo deseara.

Amigo mío, se está acercando el día cuando usted desearía ardientemente la oportunidad que es suya en este momento, pero su capacidad de hacer un cambio habrá pasado para siempre, como la del leñador arriba mencionado. Su condición al morir, salvo o perdido, tendrá que quedar decidida hoy para toda la eternidad.

Muchas personas creen erróneamente que la muerte es la aniquilación (el fin de la existencia) cuando en realidad es la separación del alma (la persona real), del cuerpo. En el tiempo cuando este cambio suceda, el alma entrará a su destino eterno, sea de bendición y gozo o tristeza y pesar.

Habrá gran regocijo para aquellos cuyos nombres han sido escritos en el libro de la vida, y profunda tristeza y miseria para aquéllos que han menospreciado o han rechazado el camino de salvación, provisto por el Señor Jesucristo.

Las Escrituras fueron dadas por Dios para nuestra admonición y están llenas de advertencias de que la muerte es el “punto de no regreso” y el fin de nuestro período de prueba. No habrá ningún cambio después que el alma esté separada del cuerpo. En el lugar que el árbol cayere, allí se quedará (Ecc. 11:3).

Si usted está esperando un tiempo más conveniente asegúrese de que nunca llegará, porque Dios nunca se equivoca del tiempo cuando él llama. “He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí el día de salvación” (2 Cor. 6:2). “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones” (Heb. 3:15).

Algunos dirán que atenderán a estas cosas cuando la ocasión les sea propicia, pero no quieren molestarse ahora. Permítasenos decir a quienes han leído estas líneas y en consecuencia han recibido el conocimiento de la urgencia de este asunto, que si demoran su decisión y la muerte les alcanza, morirán en sus pecados y tendrán que dar cuenta a Dios de la verdad a su alcance, si no la aceptaron. “El que reprendido endurece la cerviz, de repente será quebrantado, no habrá para él medicina” (Prov. 29:1).

Proximamente la segunda parte...